QUÉ HACEMOS CON CÁDIZ

por José María Rosso López

De un tiempo a esta parte se vienen haciendo una serie de planteamientos desde diversos ámbitos para el despegue de la actividad económica en la ciudad de Cádíz, y, dentro de ella, de la actividad hostelera, como una de las principales vías de desarrollo ante la falta de industrias.

Ya hemos visto confirmado en las pasadas Navidades que para incentivar el consumo y las visitas del exterior es imprescindible crear un ambiente adecuado que atraiga al público y lo anime a participar. Ejemplo claro de esto nos lo ha proporcionado, por no irnos más allá de nuestra provincia, la ciudad de Jerez de la Frontera, poniendo en valor tradiciones y creando un ambiente navideño en gran parte de su casco histórico. Y lo mismo podemos decir de otras localidades de la provincia.

Pero hoy me quiero centrar en la capital porque, a pesar de que estamos asistiendo al auge de los atraques de cruceros en Cádiz, detecto que se está quedando atrás en la prestación de servicios y desaprovechando la gallina de los huevos de oro, que, como siempre ha sucedido en esta ciudad, ha venido del mar.

Y lo peor de todo es que el pasado mes de diciembre se ha conocido el resultado de un informe de los Servicios Sociales de Cádiz en el que se nos habla de la desmotivación de su ciudadanía, de la visión que el gaditano tiene de sí mismo como conformista, localista, alejado del emprendimiento y apegado al subsidio. Y todo ello, como es de rigor, con la base de un 24% de la población sin estudios de ningún tipo o primarios incompletos, poniendo de manifiesto que donde fracasa la adecuación, fracasa la sociedad.

Si los propios gaditanos no confían en sí mismos, una de las labores más importantes de las Administraciones Públicas es robustecer esa confianza, ya sea con medidas incentivadoras, con proyectos sólidos o con inversiones reales, pues una economía fuerte sigue siendo la base más importante del progreso. Hay que huir del victimismo que se apoya en los subsidios indiscriminados y aportar el optimismo que se revela en las subvenciones adecuadas.

Si esta ciudad se ha quedado sin su tejido industrial, y no hay elementos que nos permitan se optimistas con su vuelta, deberá acoger el sucedáneo del sector servicios, que, si se desarrolla con inteligencia, hasta puede ser la base de una futura reindustrialización.

Invertir en acondicionar la ciudad para ello es, pues, muy importante, y los primeros que deben dar el paso para lograrlo son los dirigentes políticos, a los que, por un lado, se les deben exigir soluciones a la altura de la responsabilidad que se les ha dado y han asumido, y, por otro lado, a los que se deben aportar ideas serias y viables para conseguirlas.

José María Rosso López