
Nos hemos acostumbrado a escuchar con demasiada frecuencia eso de que “las frutas de ahora no saben como las de antes”, y donde digo “frutas” se puede incluir cualquier producto natural.
Más allá de algunos productos respecto de los que los “nostálgicos” se han tenido que batir en franca retirada, como pueden ser los vinos y los aceites, cuya elaboración y cuidado actual es infinitamente superior al de hace no más de cuarenta años, es posible que en casi todo tipo de alimentos naturales o no procesados estemos ante una producción y conservación mucho más sana que la de antaño.
Es cierto que la picaresca (por no hablar de conductas que pueden llegar a ser criminales) provoca que la opinión pública arremeta contra los sistemas de producción actuales en no pocas ocasiones, y que en bastantes casos lo haga con muchas dosis de razón (alimentos transgénicos elaborados con técnicas poco respetuosas con el medio ambiente o la salud en general, aplicación de sustancias protectoras o estimulantes del crecimiento que no son legales, importación de alimentos procedentes de otras latitudes, con las consecuencias derivadas de una recolección prematura, etc.)
Pero generalizar ya sabemos que es malo, y, con independencia de la presión que los lobbys agroalimentarios puedan ejercer de manera general sobre los gobernantes, existe una auténtica “diarrea legislativa”, tanto en la U.E. como en nuestro país, en materia de normas sobre calidad alimentaria y sobre limitación de sustancias que se puedan utilizar que sorprendería a más de uno, y que lo único que busca es la mejora de la producción y conservación de los alimentos. Se trata de una cuestión sobre la que se podría hablar largo y tendido, aunque la limitación de espacio nos lo impida.
Simplemente, se trata de que no nos olvidemos que el mundo ha cambiado, que los alimentos deben ser producidos y protegidos de manera más eficiente y que, aunque no debamos bajar jamás los brazos en la lucha contra las malas prácticas, en el hecho de que nuestra longevidad haya crecido, y lo haya hecho con mejores condiciones de vida, también tiene algo que ver que los índices de calidad alimentaria hayan aumentando.