Sin lugar a dudas la cocina de nuestro amigo Fernando Córdoba es una de las mejores de la provincia
Nuevamente decidimos visitar a nuestro gran amigo Fernando Córdoba para gozar de su hospitalidad y de su cocina, a la que consideramos de las mejores de la provincia. Esta vez, afortunadamente, no faltó ningún socio y todos juntos disfrutamos de una magnífica jornada.
Fernando nos recibió en esa espectacular bodega vista que tiene montada en su establecimiento, con unas cervezas y unas copas de generosos con las que nos obsequió junto a unas tablas de diversos quesos y una magnífica cecina de wagyu. Tras departir un buen rato, pasamos a la mesa que nos había preparado para continuar la jornada gastronómica.
Y la comida empezó con una muy refrescante ensalada de anchoas, con gajos de naranja sobre una crema de mango y unos granos de granada y aceitunas negras picadas, todo ello coronado por unas huevas de mújol, que sirvió para rebajar los aperitivos anteriores y prepararnos para lo que venía a continuación, que fueron, ni más ni menos, que unos taquitos de atún marinados con algas y cebolla encurtida, colocados sobre unos brotes verdes y adornados con unas sabrosas huevas de salmón. Para terminar la primera parte, llegaron a la mesa unas estupendas alcachofas a la plancha troceadas con foie y amanitas que gustaron muchísimo.
Y de pronto, apareció un fantástico clásico de nuestros ágapes made in Fernando Córdoba, unos sesos de cordero lechal rebozados con mayonesa de vinagre de Jerez que nos supieron a gloria bendita, y, con ellos, unos riñoncitos, también de corderito lechal, hechos a la plancha y con unos jugos cítricos que les daban gran sabor. Esta segunda parte terminó con unas espectaculares pochas del tiempo con chocos al azafrán que revolucionaron nuestros jugos gástricos, si es que aún se les podía revolucionar más.
Y el plato principal consistió en un arroz caldoso de extraordinario punto, con perdiz y boletus, cuando ya estábamos a puntos de no poder dar más de nosotros.
Sin embargo, también atacamos los postres que se nos pusieron por delante, demostrando que, incluso a estas edades, no tenemos freno cuando el material es de lujo: helado de queso sobre puré de caquis, espuma de queso y piñones sableados, adornado todo ello con frutos rojos, además de diversas “golosinas”.
La comida fue regada con vinos del noroeste peninsular, las monovarietales de Toro, en el caso del vino tinto, con un Primero de Bodegas Fariña (100% de tinta de Toro) y del Bierzo, un blanco de Bodegas Merayo (100% godello). El primero de ellos un vino joven de maceración carbónica (el primero de su D.O. en llevarla a cabo) muy frutal y fresco. Y el segundo, un blanco algo cítrico y una mijita abocado, que, sin llegar a la altura de los godellos de Valdeorras, combinó muy bien con los platos marinos.
Tras una relajada conversación con Fernando Córdoba acerca de diferentes temas, unos cafés y los preceptivos bajativos (según decía nuestro querido y muy echado de menos Pepe Pérez Moreno), nos fuimos a nuestros respectivos lares pensando en las maravillas que habíamos comido y que, si nada lo impide, volveremos a degustar en cuanto podamos hacer una nueva escapada al Puerto
José María Rosso López